Mis manos están heladas, de pronto, mi corazón palpita aceleradamente, las lágrimas de mis ojos se dejan caer por mi rostro sin parar... Solo que esta vez es de felicidad, y no de tristeza, «como otras veces en mi vida».

Mis manos están heladas, de pronto, mi corazón palpita aceleradamente, las lágrimas de mis ojos se dejan caer por mi rostro sin parar... Solo que esta vez es de felicidad, y no de tristeza, «como otras veces en mi vida».

Creí que lo había perdido todo

Me parece mentira que finalmente esté aquí sentada justo al frente de mi laptop, escribiendo la dedicatoria de mi primer libro oficial.

Hace algunos años, no me lo habría imaginado, porque en algún momento de mi vida, al igual que Chiara, pensé que lo había perdido todo.

Esto es un homenaje a mis amados padres. A mi valiente madre, doña Lesbia Eugenia Castro Cárdenas, por enseñarme a no desistir ni en la peor de las agonías. Ella, aun con esos terribles dolores en su cuerpo—ya que no puedo describirlo de otra manera, cuando fui testigo tantas veces de esos gestos en su rostro—me enseñó y me demostró que ni eso podía detener a una persona que se aferraba a la vida.

Me parece mentira que finalmente esté aquí sentada justo al frente de mi laptop, escribiendo la dedicatoria de mi primer libro oficial.

Hace algunos años, no me lo habría imaginado, porque en algún momento de mi vida, al igual que Chiara, pensé que lo había perdido todo.

Esto es un homenaje a mis amados padres. A mi valiente madre, doña Lesbia Eugenia Castro Cárdenas, por enseñarme a no desistir ni en la peor de las agonías. Ella, aun con esos terribles dolores en su cuerpo—ya que no puedo describirlo de otra manera, cuando fui testigo tantas veces de esos gestos en su rostro—me enseñó y me demostró que ni eso podía detener a una persona que se aferraba a la vida.

Aprendí que mañana siempre será tarde para decir un «te amo» y que la familia es el referente de la sociedad, por eso debemos amarla, conservarla y siempre mejorarla.  

A mi amado y bondadoso padre, don Néstor José García Pérez, por esa única e inmejorable manera de amar, por tomarme de la mano por años y apoyar cada uno de mis sueños, por hacer que me sintiera siempre una persona especial y única. Por ese equilibrio tan idóneo en mi educación. Él fue un padre justo, disciplinado y, a su vez, el más amoroso de todos, sabía extender la mano cuando de volar se trataba, y cerrarla si un peligro me acechaba.

Para mí, haberlos perdido ha significado una transformación sin precedentes, pero aquí estoy, llena de vida, ilusión, fe, esperanza y transmitiendo su legado. 

Así es esto que llaman vida, unas veces se ríe y otras se llora, y en eso se encuentra el secreto de todo.

Aprendí que mañana siempre será tarde para decir un «te amo» y que la familia es el referente de la sociedad, por eso debemos amarla, conservarla y siempre mejorarla.  

A mi amado y bondadoso padre, don Néstor José García Pérez, por esa única e inmejorable manera de amar, por tomarme de la mano por años y apoyar cada uno de mis sueños, por hacer que me sintiera siempre una persona especial y única. Por ese equilibrio tan idóneo en mi educación. Él fue un padre justo, disciplinado y, a su vez, el más amoroso de todos, sabía extender la mano cuando de volar se trataba, y cerrarla si un peligro me acechaba.

Para mí, haberlos perdido ha significado una transformación sin precedentes, pero aquí estoy, llena de vida, ilusión, fe, esperanza y transmitiendo su legado. 

Así es esto que llaman vida, unas veces se ríe y otras se llora, y en eso se encuentra el secreto de todo.